miércoles, 27 de noviembre de 2013


Democracia representativa  y la macroeconomía  neoliberal  en América Latina    

El objetivo principal de este artículo versa sobre la compatibilidad de la democracia  representativa y la macroeconomía neoliberal en los países latinoamericanos

Con respecto a  la  crisis de legitimidad  de la democracia representativa, y su articulación en el contexto social caracterizada  por la aplicación de las distintas reformas estructurales y las consecuencias en el sistema político  democrático –y las desigualdades  sociales.

La crisis  política argentina del año 2001 se inscribe  en el escenario de masivas movilizaciones populares  que condujeron en varios países  de América Latina del Sur  a remociones gubernamentales no programadas. Una y otras ponen de manifiesto  de la arquitectura institucional que intentó  compatibilizar  democracia  representativa  y macroeconomía  neoliberal. Más que la gobernabilidad de las democracias, lo que parece  cuestionado  por la protesta popular y el carácter  democrático  convencionalmente asignado  al mismo tiempo  por su convocatoria electorales periódicas.

1 contexto social e instituciones  políticas:

La democracia  posee una dimensión sustantiva y una dimensión formal .La primera se refiere a los vínculos existentes   entre el sistema  político, la estructura  socioeconómicas y los patrones culturales,  y se expresa en el contenido  de las demandas  formuladas   al sistema político y en el modo en que éste las procesos; en su capacidad para movilizar los recursos y adoptar  decisiones. En la mayoría  de las sociedades en desarrollo las múltiples fuentes de confrontación social – política, económica, étnica  - tienden a superponerse, lo cual suele  conducir una polarización   mayor  de los conflictos.

Las desigualdades en el acceso  a  los recursos y en las capacidades  para incidir en la política y en los acontecimientos sociales  suelen ser muy profundas. La desigualdad frente a la ley coexiste  con desigualdades entre diferentes  grupos étnicos –culturales entre hombres y mujeres, entre regiones y clases sociales.

 En cambio, la dimensión formal de la democracia  refiere a los procedimientos  e instituciones que dan marcos a las relaciones de pode- procedimientos e instituciones que supone que son de observancia obligatoria  por todos. La  dimensión formal versa de los diferentes enfoques  teóricos  de pretensión  universal .Si bien, es cierto que no existe una correlación lineal  entre regímenes  políticos y estructuras socioeconómicas .Sin embargo, desde los orígenes  de la teoría política se ha reconocido  la existencia  de algún tipo de coherencia entre unos y otros.

Desde Aristóteles hasta Barrington Moore  Jr., y Seymour, Martin Lipset pasando por Karl Marx, Max Weber  se ha incido sobre la relación  de solidez entre estructuras socioeconómicas  y ambientales, pautas culturales  y comportamientos políticos. Lo que en nuestros días, la dinámica de los mercados y los imperativos del comercio y las finanzas  internacionales  plantean  limitaciones   arcos de posibilidades  de acción  de los sistemas políticos, si bien es cierto que no se puede reducir  un régimen político a sus enmarcaciones estructurales. Como  nos dice Vilas Carlos “en las sociedades  modernas, la dominación política y las estructuras socioeconómicas están  sometidas  a  procesos de determinaciones que incluyen  la capacidad  de la acción  política de rediseñar”[1]. Es decir de no reproducir; sus condicionantes estructurales y culturales.

En tiempo no muy lejano, la tesis  de las democracias de mercado, enunciadas   desde las más altas esferas del gobierno de Estados Unidos, redefine en regla menos dramáticas  la legitimización democráticas en función de su capacidad para promover  las políticas  del denominado “Consenso de Washington”. En tiempo de del neoliberalismo, la legitimación  de las democracias tiene indicador   estratégico  la promoción de economías  de mercados  en  las palabras  definidas  por la Hegemonía del capital financiera. En ambos casos, no hay autonomía  sino subordinación  de los diseños   políticos  a los esquemas de organización macroeconómica.

En la crisis social latinoamericana  y las amplias movilizaciones de protesta originadas por el impacto  de casi   dos décadas  de reestructuración   socioeconómicas neoliberal  como así por el temor a esas protestas populares pongan en  juego  la estabilidad  de los distintos gobiernos de la región que ejecutaron  esas transformaciones o las aceptaron. El debate teórico  se centró básicamente el principio  la calidad democrática  de los regímenes políticos  que sucedieron  a las sanguinarias dictaduras militares  iniciando como la caracterización  de acumulación  en términos neoliberales. Por arriba han quedado los discursos de justicia distributiva dentro del sistema capitalista y en su nueva fase (neoliberal), deja la sensación  de prisión de las preocupaciones  del principio inclusivo  básico  de la democracia moderna.  La universalización  de los derechos de ciudadanía  - con consecuencia de exclusión social del esquema las recetas macroeconómicas de los organismos internacionales   ( BM – FMI )  hacia los países  periféricos.  

En este contexto  se han realizadas políticas  de tipo asistencial  orientadas  hacia los sectores más vulnerables , que adquieran visibilización   vía –protesta-  generados  por el ajuste, encontramos trabajos de autores como  ( por ejemplo  Diamond y Plattner, 1993, Przeworsky, 1995) teniendo como objetivo  alcanzar  ese difícil equilibrio. Es decir   el tema central  que trataba  la literatura politológica  sobre la llamada   reforma  del Estado, se trataba  el gerenciamiento   público,  de procedimiento, a su vez  de equipamiento técnico, y tal es así que se  produjo el aniquilamiento de la problemática  del poder y de la organización  política de la sociedad. La política quedó reducida  a gestión, y ésta orientada  hacia la promoción   del modelo neoliberal  y la contención  de los desesperados, insatisfechos excluidos,  del nuevo modo de producción de los Estados –nacionales de los países periféricos.

Así pues, asumida el principio de la legitimidad neoliberal  y su consiguiente ingeniería institucional, la ingobernabilidad devino, como ha sido el caso de algunos países como  Ecuador, Bolivia,  Perú y Argentina a finales de los años noventa y principio del 2001 de sus clases populares,  tiene mucho que ver  con ese reduccionismo  instrumental  de los  sistemas  y procesos políticos.

2  Exclusión social  - desigualdad   y  democracia

Cualquiera sea la definición que adoptemos, la democracia  posee presupuesto de cierta igualdad  entre los  individuos, que integran  la comunidad política. El reconocimiento  esta igualdad  ciudadana fue  considerado  por la teoría liberal  requisito suficiente para resarcir en materia como la salud, educación, ingresos, empleos, etc. Además del  reconocimiento  de derechos , libertades, y obligaciones iguales,  por ende, un régimen democrático implica, desde esta perspectiva la  eficacia  del marco constitucional  para mejorar  , en un sentido  moderno –de progreso , la calidad  o  el bienestar de la población . Ingresos,  educación,  propiedad de activo, manejo de información, son recursos  que los individuos  mueven para  tomar decisiones racionales, alcanzar objetivos, modificar  su relación con otros individuos  y grupos, y echar andar en la vida. ¡Oh!  Diferencia significativa  en el acceso a ellos  implican  asimetrías   de poder y en eficacia   para el ejercicio  pleno de la ciudadanía.

Como se ha dicho, la participación política activa, se asocia  con el ejercicio  pleno  de la ciudadanía en efecto requiere  autonomía  individual, tiempo libre, manejo de información , movilidad espacial, a los que  en las sociedades  de mercado  se accede sólo   mediante disponibilidad  de recursos económicos, vale la pena decir que el principio de la igualdad legal típico de la ciudadanía  coexiste  en palabras de Vilas “a menudo se  ve neutralizado  por, una distribución  de las oportunidades por una desigual  distribución de recursos de poder.

Por una parte todas las sociedades poseen  diferencias distributivas, en principio  no es un impedimento para el  desenvolvimiento de sistemas políticos democráticos. Las diferencias sociales se tornan desigualdades y ésta en problema político cuando va más allá de la gente considera  aceptable, vulnerando el sentimiento de pertenencia a una totalidad de derechos, obligaciones y oportunidades.  Ese sentimiento  es la condición subjetiva básica del mínimo  de unidad   requerido  para la existencia  del Estado: sentir y creer  que todos  y a todas nos involucra por igual: “ un Estado  existe  sobre todo  en el corazón  y en la mente de su pueblo; si sí este no cree que esté allí ningún  ejercicio  lógico  lo traerá a la vida” ( Strayer, 1981:11) [2].

En resumen  podemos decir  que la democracia  representativa  es el gobierno  de la mayoría de  a través de sus representantes. La relación de representación  presenta  una doble dimensión: formal: referida  al título de los representantes,  y sustantiva,  referidas lo que así designados expresan,  promueven,  y defienden la compatibilidad  entre el mandato  formal y  la agenda política  en función del cual el mandato se efectiviza. La literatura  politológica (neo institucionalismo) sobre la democracia  tiene una clara tendencia  a privilegiar  su dimensión formal en una especie de shumpeterianismo elemental y la atención preferencial  institucional que permita procesar  las demandas formuladas  al sistema  políticos.  Finalmente la experiencia de  la grave crisis política  Argentina, Bolivia, y Ecuador,  nos enseña  la democracia representativa formal minimalista ha conducido a la ingobernabilidad  de todo andamiaje institucional de la periferia. 

 




[1] Ver en Revistas SAAP. Vol 1; Nº 3 pág.562.
[2] Ver  citado por  Vila pág. 552
 
 
 
 
 


 
Democracia representativa  y la macroeconomía  neoliberal  en América Latina    
El objetivo principal de este artículo versa sobre la compatibilidad de la democracia  representativa y la macroeconomía neoliberal en los países latinoamericanos
Con respecto a  la  crisis de legitimidad  de la democracia representativa, y su articulación en el contexto social caracterizada  por la aplicación de las distintas reformas estructurales y las consecuencias en el sistema político  democrático –y las desigualdades  sociales.
La crisis  política argentina del año 2001 se inscribe  en el escenario de masivas movilizaciones populares  que condujeron en varios países  de América Latina del Sur  a remociones gubernamentales no programadas. Una y otras ponen de manifiesto  de la arquitectura institucional que intentó  compatibilizar  democracia  representativa  y macroeconomía  neoliberal. Más que la gobernabilidad de las democracias, lo que parece  cuestionado  por la protesta popular y el carácter  democrático  convencionalmente asignado  al mismo tiempo  por su convocatoria electorales periódicas.
1 contexto social e instituciones  políticas:
La democracia  posee una dimensión sustantiva y una dimensión formal .La primera se refiere a los vínculos existentes   entre el sistema  político, la estructura  socioeconómicas y los patrones culturales,  y se expresa en el contenido  de las demandas  formuladas   al sistema político y en el modo en que éste las procesos; en su capacidad para movilizar los recursos y adoptar  decisiones. En la mayoría  de las sociedades en desarrollo las múltiples fuentes de confrontación social – política, económica, étnica  - tienden a superponerse, lo cual suele  conducir una polarización   mayor  de los conflictos.
Las desigualdades en el acceso  a  los recursos y en las capacidades  para incidir en la política y en los acontecimientos sociales  suelen ser muy profundas. La desigualdad frente a la ley coexiste  con desigualdades entre diferentes  grupos étnicos –culturales entre hombres y mujeres, entre regiones y clases sociales.
 En cambio, la dimensión formal de la democracia  refiere a los procedimientos  e instituciones que dan marcos a las relaciones de pode- procedimientos e instituciones que supone que son de observancia obligatoria  por todos. La  dimensión formal versa de los diferentes enfoques  teóricos  de pretensión  universal .Si bien, es cierto que no existe una correlación lineal  entre regímenes  políticos y estructuras socioeconómicas .Sin embargo, desde los orígenes  de la teoría política se ha reconocido  la existencia  de algún tipo de coherencia entre unos y otros.
Desde Aristóteles hasta Barrington Moore  Jr., y Seymour, Martin Lipset pasando por Karl Marx, Max Weber  se ha incido sobre la relación  de solidez entre estructuras socioeconómicas  y ambientales, pautas culturales  y comportamientos políticos. Lo que en nuestros días, la dinámica de los mercados y los imperativos del comercio y las finanzas  internacionales  plantean  limitaciones   arcos de posibilidades  de acción  de los sistemas políticos, si bien es cierto que no se puede reducir  un régimen político a sus enmarcaciones estructurales. Como  nos dice Vilas Carlos “en las sociedades  modernas, la dominación política y las estructuras socioeconómicas están  sometidas  a  procesos de determinaciones que incluyen  la capacidad  de la acción  política de rediseñar”[1]. Es decir de no reproducir; sus condicionantes estructurales y culturales.
En tiempo no muy lejano, la tesis  de las democracias de mercado, enunciadas   desde las más altas esferas del gobierno de Estados Unidos, redefine en regla menos dramáticas  la legitimización democráticas en función de su capacidad para promover  las políticas  del denominado “Consenso de Washington”. En tiempo de del neoliberalismo, la legitimación  de las democracias tiene indicador   estratégico  la promoción de economías  de mercados  en  las palabras  definidas  por la Hegemonía del capital financiera. En ambos casos, no hay autonomía  sino subordinación  de los diseños   políticos  a los esquemas de organización macroeconómica.
En la crisis social latinoamericana  y las amplias movilizaciones de protesta originadas por el impacto  de casi   dos décadas  de reestructuración   socioeconómicas neoliberal  como así por el temor a esas protestas populares pongan en  juego  la estabilidad  de los distintos gobiernos de la región que ejecutaron  esas transformaciones o las aceptaron. El debate teórico  se centró básicamente el principio  la calidad democrática  de los regímenes políticos  que sucedieron  a las sanguinarias dictaduras militares  iniciando como la caracterización  de acumulación  en términos neoliberales. Por arriba han quedado los discursos de justicia distributiva dentro del sistema capitalista y en su nueva fase (neoliberal), deja la sensación  de prisión de las preocupaciones  del principio inclusivo  básico  de la democracia moderna.  La universalización  de los derechos de ciudadanía  - con consecuencia de exclusión social del esquema las recetas macroeconómicas de los organismos internacionales   ( BM – FMI )  hacia los países  periféricos.  
En este contexto  se han realizadas políticas  de tipo asistencial  orientadas  hacia los sectores más vulnerables , que adquieran visibilización   vía –protesta-  generados  por el ajuste, encontramos trabajos de autores como  ( por ejemplo  Diamond y Plattner, 1993, Przeworsky, 1995) teniendo como objetivo  alcanzar  ese difícil equilibrio. Es decir   el tema central  que trataba  la literatura politológica  sobre la llamada   reforma  del Estado, se trataba  el gerenciamiento   público,  de procedimiento, a su vez  de equipamiento técnico, y tal es así que se  produjo el aniquilamiento de la problemática  del poder y de la organización  política de la sociedad. La política quedó reducida  a gestión, y ésta orientada  hacia la promoción   del modelo neoliberal  y la contención  de los desesperados, insatisfechos excluidos,  del nuevo modo de producción de los Estados –nacionales de los países periféricos.
Así pues, asumida el principio de la legitimidad neoliberal  y su consiguiente ingeniería institucional, la ingobernabilidad devino, como ha sido el caso de algunos países como  Ecuador, Bolivia,  Perú y Argentina a finales de los años noventa y principio del 2001 de sus clases populares,  tiene mucho que ver  con ese reduccionismo  instrumental  de los  sistemas  y procesos políticos.
2  Exclusión social  - desigualdad   y  democracia
Cualquiera sea la definición que adoptemos, la democracia  posee presupuesto de cierta igualdad  entre los  individuos, que integran  la comunidad política. El reconocimiento  esta igualdad  ciudadana fue  considerado  por la teoría liberal  requisito suficiente para resarcir en materia como la salud, educación, ingresos, empleos, etc. Además del  reconocimiento  de derechos , libertades, y obligaciones iguales,  por ende, un régimen democrático implica, desde esta perspectiva la  eficacia  del marco constitucional  para mejorar  , en un sentido  moderno –de progreso , la calidad  o  el bienestar de la población . Ingresos,  educación,  propiedad de activo, manejo de información, son recursos  que los individuos  mueven para  tomar decisiones racionales, alcanzar objetivos, modificar  su relación con otros individuos  y grupos, y echar andar en la vida. ¡Oh!  Diferencia significativa  en el acceso a ellos  implican  asimetrías   de poder y en eficacia   para el ejercicio  pleno de la ciudadanía.
Como se ha dicho, la participación política activa, se asocia  con el ejercicio  pleno  de la ciudadanía en efecto requiere  autonomía  individual, tiempo libre, manejo de información , movilidad espacial, a los que  en las sociedades  de mercado  se accede sólo   mediante disponibilidad  de recursos económicos, vale la pena decir que el principio de la igualdad legal típico de la ciudadanía  coexiste  en palabras de Vilas “a menudo se  ve neutralizado  por, una distribución  de las oportunidades por una desigual  distribución de recursos de poder.
Por una parte todas las sociedades poseen  diferencias distributivas, en principio  no es un impedimento para el  desenvolvimiento de sistemas políticos democráticos. Las diferencias sociales se tornan desigualdades y ésta en problema político cuando va más allá de la gente considera  aceptable, vulnerando el sentimiento de pertenencia a una totalidad de derechos, obligaciones y oportunidades.  Ese sentimiento  es la condición subjetiva básica del mínimo  de unidad   requerido  para la existencia  del Estado: sentir y creer  que todos  y a todas nos involucra por igual: “ un Estado  existe  sobre todo  en el corazón  y en la mente de su pueblo; si sí este no cree que esté allí ningún  ejercicio  lógico  lo traerá a la vida” ( Strayer, 1981:11) [2].
En resumen  podemos decir  que la democracia  representativa  es el gobierno  de la mayoría de  a través de sus representantes. La relación de representación  presenta  una doble dimensión: formal: referida  al título de los representantes,  y sustantiva,  referidas lo que así designados expresan,  promueven,  y defienden la compatibilidad  entre el mandato  formal y  la agenda política  en función del cual el mandato se efectiviza. La literatura  politológica (neo institucionalismo) sobre la democracia  tiene una clara tendencia  a privilegiar  su dimensión formal en una especie de shumpeterianismo elemental y la atención preferencial  institucional que permita procesar  las demandas formuladas  al sistema  políticos.  Finalmente la experiencia de  la grave crisis política  Argentina, Bolivia, y Ecuador,  nos enseña  la democracia representativa formal minimalista ha conducido a la ingobernabilidad  de todo andamiaje institucional de la periferia. 
 




[1] Ver en Revistas SAAP. Vol 1; Nº 3 pág.562.


[2] Ver  citado por  Vila pág. 552

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



 
 
 
 
 
 
 
 

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