Democracia representativa y la macroeconomía neoliberal
en América Latina
El objetivo principal de este
artículo versa sobre la compatibilidad de la democracia representativa y la macroeconomía neoliberal en
los países latinoamericanos
Con respecto a la
crisis de legitimidad de la
democracia representativa, y su articulación en el contexto social
caracterizada por la aplicación de las
distintas reformas estructurales y las consecuencias en el sistema
político democrático –y las
desigualdades sociales.
La crisis política argentina del año 2001 se
inscribe en el escenario de masivas
movilizaciones populares que condujeron
en varios países de América Latina del
Sur a remociones gubernamentales no programadas.
Una y otras ponen de manifiesto de la
arquitectura institucional que intentó
compatibilizar democracia representativa y macroeconomía neoliberal. Más que la gobernabilidad de las
democracias, lo que parece
cuestionado por la protesta
popular y el carácter democrático convencionalmente asignado al mismo tiempo por su convocatoria electorales periódicas.
1
contexto social e instituciones
políticas:
La democracia posee una dimensión sustantiva y una
dimensión formal .La primera se refiere a los vínculos existentes entre el sistema político, la estructura socioeconómicas y los patrones
culturales, y se expresa en el
contenido de las demandas formuladas
al sistema político y en el modo en que éste las procesos; en su
capacidad para movilizar los recursos y adoptar
decisiones. En la mayoría de las
sociedades en desarrollo las múltiples fuentes de confrontación social –
política, económica, étnica - tienden a
superponerse, lo cual suele conducir una
polarización mayor de los conflictos.
Las desigualdades en el
acceso a
los recursos y en las capacidades
para incidir en la política y en los acontecimientos sociales suelen ser muy profundas. La desigualdad
frente a la ley coexiste con
desigualdades entre diferentes grupos
étnicos –culturales entre hombres y mujeres, entre regiones y clases sociales.
En cambio, la dimensión formal de la
democracia refiere a los
procedimientos e instituciones que dan
marcos a las relaciones de pode- procedimientos e instituciones que supone que
son de observancia obligatoria por
todos. La dimensión formal versa de los
diferentes enfoques teóricos de pretensión
universal .Si bien, es cierto que no existe una correlación lineal entre regímenes políticos y estructuras socioeconómicas .Sin
embargo, desde los orígenes de la teoría
política se ha reconocido la
existencia de algún tipo de coherencia
entre unos y otros.
Desde Aristóteles hasta Barrington
Moore Jr., y Seymour, Martin Lipset
pasando por Karl Marx, Max Weber se ha
incido sobre la relación de solidez
entre estructuras socioeconómicas y
ambientales, pautas culturales y
comportamientos políticos. Lo que en nuestros días, la dinámica de los mercados
y los imperativos del comercio y las finanzas
internacionales plantean limitaciones arcos de posibilidades de acción
de los sistemas políticos, si bien es cierto que no se puede
reducir un régimen político a sus enmarcaciones
estructurales. Como nos dice Vilas
Carlos “en las sociedades modernas, la
dominación política y las estructuras socioeconómicas están sometidas
a procesos de determinaciones que
incluyen la capacidad de la acción
política de rediseñar”[1].
Es decir de no reproducir; sus condicionantes estructurales y culturales.
En tiempo no muy lejano, la
tesis de las democracias de mercado, enunciadas desde las más altas esferas del gobierno de
Estados Unidos, redefine en regla menos dramáticas la legitimización democráticas en función de
su capacidad para promover las
políticas del denominado “Consenso de Washington”. En tiempo de
del neoliberalismo, la legitimación de
las democracias tiene indicador
estratégico la promoción de
economías de mercados en las
palabras definidas por la Hegemonía
del capital financiera. En ambos casos, no hay autonomía sino subordinación de los diseños políticos
a los esquemas de organización macroeconómica.
En la crisis social
latinoamericana y las amplias
movilizaciones de protesta originadas por el impacto de casi
dos décadas de
reestructuración socioeconómicas neoliberal como así por el temor a esas protestas
populares pongan en juego la estabilidad de los distintos gobiernos de la región que
ejecutaron esas transformaciones o las
aceptaron. El debate teórico se centró
básicamente el principio la calidad democrática de los regímenes políticos que sucedieron a las sanguinarias dictaduras militares iniciando como la caracterización de acumulación en términos neoliberales. Por arriba han
quedado los discursos de justicia
distributiva dentro del sistema capitalista y en su nueva fase (neoliberal), deja la sensación de prisión de las preocupaciones del principio inclusivo básico
de la democracia moderna. La
universalización de los derechos de
ciudadanía - con consecuencia de
exclusión social del esquema las recetas macroeconómicas de los organismos
internacionales ( BM – FMI ) hacia los
países periféricos.
En este contexto se han realizadas políticas de tipo asistencial orientadas
hacia los sectores más vulnerables , que adquieran visibilización vía –protesta- generados
por el ajuste, encontramos trabajos de autores como ( por ejemplo
Diamond y Plattner, 1993, Przeworsky, 1995) teniendo como objetivo alcanzar
ese difícil equilibrio. Es decir
el tema central que trataba la literatura politológica sobre la llamada reforma
del Estado, se trataba el
gerenciamiento público, de procedimiento, a su vez de equipamiento técnico, y tal es así que se produjo el aniquilamiento de la
problemática del poder y de la
organización política de la sociedad. La
política quedó reducida a gestión, y
ésta orientada hacia la promoción del modelo neoliberal y la contención de los desesperados, insatisfechos excluidos, del nuevo modo de producción de los Estados
–nacionales de los países periféricos.
Así pues, asumida el principio de
la legitimidad neoliberal y su
consiguiente ingeniería institucional, la ingobernabilidad devino, como ha sido
el caso de algunos países como Ecuador,
Bolivia, Perú y Argentina a finales de
los años noventa y principio del 2001 de sus clases populares, tiene mucho que ver con ese reduccionismo instrumental
de los sistemas y procesos políticos.
2 Exclusión social - desigualdad
y democracia
Cualquiera sea la definición que adoptemos,
la democracia posee presupuesto de
cierta igualdad entre los individuos, que integran la comunidad política. El reconocimiento esta igualdad
ciudadana fue considerado por la teoría liberal requisito suficiente para resarcir en materia
como la salud, educación, ingresos, empleos, etc. Además del reconocimiento de derechos , libertades, y obligaciones
iguales, por ende, un régimen
democrático implica, desde esta perspectiva la
eficacia del marco
constitucional para mejorar , en un sentido moderno –de progreso , la calidad o el
bienestar de la población . Ingresos, educación, propiedad de activo, manejo de información,
son recursos que los individuos mueven para
tomar decisiones racionales, alcanzar objetivos, modificar su relación con otros individuos y grupos, y echar andar en la vida. ¡Oh! Diferencia significativa en el acceso a ellos implican
asimetrías de poder y en
eficacia para el ejercicio pleno de la ciudadanía.
Como se ha dicho, la
participación política activa, se asocia
con el ejercicio pleno de la ciudadanía en efecto requiere autonomía
individual, tiempo libre, manejo de información , movilidad espacial, a
los que en las sociedades de mercado
se accede sólo mediante
disponibilidad de recursos económicos,
vale la pena decir que el principio de la igualdad legal típico de la
ciudadanía coexiste en palabras de Vilas “a menudo se ve neutralizado por, una distribución de las oportunidades por una desigual distribución de recursos de poder.
Por una parte todas las
sociedades poseen diferencias
distributivas, en principio no es un
impedimento para el desenvolvimiento de
sistemas políticos democráticos. Las diferencias sociales se tornan
desigualdades y ésta en problema político cuando va más allá de la gente
considera aceptable, vulnerando el
sentimiento de pertenencia a una totalidad de derechos, obligaciones y
oportunidades. Ese sentimiento es la condición subjetiva básica del
mínimo de unidad requerido
para la existencia del Estado:
sentir y creer que todos y a todas nos involucra por igual: “ un
Estado existe sobre todo
en el corazón y en la mente de su
pueblo; si sí este no cree que esté allí ningún
ejercicio lógico lo traerá a la vida” ( Strayer, 1981:11) [2].
En resumen podemos decir
que la democracia representativa es el gobierno de la mayoría de a través de sus representantes. La relación
de representación presenta una doble dimensión: formal: referida al título de los representantes, y sustantiva,
referidas lo que así designados expresan, promueven,
y defienden la compatibilidad
entre el mandato formal y la agenda política en función del cual el mandato se efectiviza.
La literatura politológica (neo
institucionalismo) sobre la democracia
tiene una clara tendencia a
privilegiar su dimensión formal en una
especie de shumpeterianismo elemental y la atención preferencial institucional que permita procesar las demandas formuladas al sistema
políticos. Finalmente la
experiencia de la grave crisis
política Argentina, Bolivia, y Ecuador, nos enseña
la democracia representativa formal minimalista ha conducido a la
ingobernabilidad de todo andamiaje
institucional de la periferia.
[1] Ver en Revistas SAAP. Vol 1; Nº
3 pág.562.
[2] Ver citado por
Vila pág. 552
Democracia representativa y la macroeconomía neoliberal
en América Latina
El objetivo principal de este
artículo versa sobre la compatibilidad de la democracia representativa y la macroeconomía neoliberal en
los países latinoamericanos
Con respecto a la
crisis de legitimidad de la
democracia representativa, y su articulación en el contexto social
caracterizada por la aplicación de las
distintas reformas estructurales y las consecuencias en el sistema
político democrático –y las
desigualdades sociales.
La crisis política argentina del año 2001 se
inscribe en el escenario de masivas
movilizaciones populares que condujeron
en varios países de América Latina del
Sur a remociones gubernamentales no programadas.
Una y otras ponen de manifiesto de la
arquitectura institucional que intentó
compatibilizar democracia representativa y macroeconomía neoliberal. Más que la gobernabilidad de las
democracias, lo que parece
cuestionado por la protesta
popular y el carácter democrático convencionalmente asignado al mismo tiempo por su convocatoria electorales periódicas.
1
contexto social e instituciones
políticas:
La democracia posee una dimensión sustantiva y una
dimensión formal .La primera se refiere a los vínculos existentes entre el sistema político, la estructura socioeconómicas y los patrones
culturales, y se expresa en el
contenido de las demandas formuladas
al sistema político y en el modo en que éste las procesos; en su
capacidad para movilizar los recursos y adoptar
decisiones. En la mayoría de las
sociedades en desarrollo las múltiples fuentes de confrontación social –
política, económica, étnica - tienden a
superponerse, lo cual suele conducir una
polarización mayor de los conflictos.
Las desigualdades en el
acceso a
los recursos y en las capacidades
para incidir en la política y en los acontecimientos sociales suelen ser muy profundas. La desigualdad
frente a la ley coexiste con
desigualdades entre diferentes grupos
étnicos –culturales entre hombres y mujeres, entre regiones y clases sociales.
En cambio, la dimensión formal de la
democracia refiere a los
procedimientos e instituciones que dan
marcos a las relaciones de pode- procedimientos e instituciones que supone que
son de observancia obligatoria por
todos. La dimensión formal versa de los
diferentes enfoques teóricos de pretensión
universal .Si bien, es cierto que no existe una correlación lineal entre regímenes políticos y estructuras socioeconómicas .Sin
embargo, desde los orígenes de la teoría
política se ha reconocido la
existencia de algún tipo de coherencia
entre unos y otros.
Desde Aristóteles hasta Barrington
Moore Jr., y Seymour, Martin Lipset
pasando por Karl Marx, Max Weber se ha
incido sobre la relación de solidez
entre estructuras socioeconómicas y
ambientales, pautas culturales y
comportamientos políticos. Lo que en nuestros días, la dinámica de los mercados
y los imperativos del comercio y las finanzas
internacionales plantean limitaciones arcos de posibilidades de acción
de los sistemas políticos, si bien es cierto que no se puede
reducir un régimen político a sus enmarcaciones
estructurales. Como nos dice Vilas
Carlos “en las sociedades modernas, la
dominación política y las estructuras socioeconómicas están sometidas
a procesos de determinaciones que
incluyen la capacidad de la acción
política de rediseñar”[1].
Es decir de no reproducir; sus condicionantes estructurales y culturales.
En tiempo no muy lejano, la
tesis de las democracias de mercado, enunciadas desde las más altas esferas del gobierno de
Estados Unidos, redefine en regla menos dramáticas la legitimización democráticas en función de
su capacidad para promover las
políticas del denominado “Consenso de Washington”. En tiempo de
del neoliberalismo, la legitimación de
las democracias tiene indicador
estratégico la promoción de
economías de mercados en las
palabras definidas por la Hegemonía
del capital financiera. En ambos casos, no hay autonomía sino subordinación de los diseños políticos
a los esquemas de organización macroeconómica.
En la crisis social
latinoamericana y las amplias
movilizaciones de protesta originadas por el impacto de casi
dos décadas de
reestructuración socioeconómicas neoliberal como así por el temor a esas protestas
populares pongan en juego la estabilidad de los distintos gobiernos de la región que
ejecutaron esas transformaciones o las
aceptaron. El debate teórico se centró
básicamente el principio la calidad democrática de los regímenes políticos que sucedieron a las sanguinarias dictaduras militares iniciando como la caracterización de acumulación en términos neoliberales. Por arriba han
quedado los discursos de justicia
distributiva dentro del sistema capitalista y en su nueva fase (neoliberal), deja la sensación de prisión de las preocupaciones del principio inclusivo básico
de la democracia moderna. La
universalización de los derechos de
ciudadanía - con consecuencia de
exclusión social del esquema las recetas macroeconómicas de los organismos
internacionales ( BM – FMI ) hacia los
países periféricos.
En este contexto se han realizadas políticas de tipo asistencial orientadas
hacia los sectores más vulnerables , que adquieran visibilización vía –protesta- generados
por el ajuste, encontramos trabajos de autores como ( por ejemplo
Diamond y Plattner, 1993, Przeworsky, 1995) teniendo como objetivo alcanzar
ese difícil equilibrio. Es decir
el tema central que trataba la literatura politológica sobre la llamada reforma
del Estado, se trataba el
gerenciamiento público, de procedimiento, a su vez de equipamiento técnico, y tal es así que se produjo el aniquilamiento de la
problemática del poder y de la
organización política de la sociedad. La
política quedó reducida a gestión, y
ésta orientada hacia la promoción del modelo neoliberal y la contención de los desesperados, insatisfechos excluidos, del nuevo modo de producción de los Estados
–nacionales de los países periféricos.
Así pues, asumida el principio de
la legitimidad neoliberal y su
consiguiente ingeniería institucional, la ingobernabilidad devino, como ha sido
el caso de algunos países como Ecuador,
Bolivia, Perú y Argentina a finales de
los años noventa y principio del 2001 de sus clases populares, tiene mucho que ver con ese reduccionismo instrumental
de los sistemas y procesos políticos.
2 Exclusión social - desigualdad
y democracia
Cualquiera sea la definición que adoptemos,
la democracia posee presupuesto de
cierta igualdad entre los individuos, que integran la comunidad política. El reconocimiento esta igualdad
ciudadana fue considerado por la teoría liberal requisito suficiente para resarcir en materia
como la salud, educación, ingresos, empleos, etc. Además del reconocimiento de derechos , libertades, y obligaciones
iguales, por ende, un régimen
democrático implica, desde esta perspectiva la
eficacia del marco
constitucional para mejorar , en un sentido moderno –de progreso , la calidad o el
bienestar de la población . Ingresos, educación, propiedad de activo, manejo de información,
son recursos que los individuos mueven para
tomar decisiones racionales, alcanzar objetivos, modificar su relación con otros individuos y grupos, y echar andar en la vida. ¡Oh! Diferencia significativa en el acceso a ellos implican
asimetrías de poder y en
eficacia para el ejercicio pleno de la ciudadanía.
Como se ha dicho, la
participación política activa, se asocia
con el ejercicio pleno de la ciudadanía en efecto requiere autonomía
individual, tiempo libre, manejo de información , movilidad espacial, a
los que en las sociedades de mercado
se accede sólo mediante
disponibilidad de recursos económicos,
vale la pena decir que el principio de la igualdad legal típico de la
ciudadanía coexiste en palabras de Vilas “a menudo se ve neutralizado por, una distribución de las oportunidades por una desigual distribución de recursos de poder.
Por una parte todas las
sociedades poseen diferencias
distributivas, en principio no es un
impedimento para el desenvolvimiento de
sistemas políticos democráticos. Las diferencias sociales se tornan
desigualdades y ésta en problema político cuando va más allá de la gente
considera aceptable, vulnerando el
sentimiento de pertenencia a una totalidad de derechos, obligaciones y
oportunidades. Ese sentimiento es la condición subjetiva básica del
mínimo de unidad requerido
para la existencia del Estado:
sentir y creer que todos y a todas nos involucra por igual: “ un
Estado existe sobre todo
en el corazón y en la mente de su
pueblo; si sí este no cree que esté allí ningún
ejercicio lógico lo traerá a la vida” ( Strayer, 1981:11) [2].
En resumen podemos decir
que la democracia representativa es el gobierno de la mayoría de a través de sus representantes. La relación
de representación presenta una doble dimensión: formal: referida al título de los representantes, y sustantiva,
referidas lo que así designados expresan, promueven,
y defienden la compatibilidad
entre el mandato formal y la agenda política en función del cual el mandato se efectiviza.
La literatura politológica (neo
institucionalismo) sobre la democracia
tiene una clara tendencia a
privilegiar su dimensión formal en una
especie de shumpeterianismo elemental y la atención preferencial institucional que permita procesar las demandas formuladas al sistema
políticos. Finalmente la
experiencia de la grave crisis
política Argentina, Bolivia, y Ecuador, nos enseña
la democracia representativa formal minimalista ha conducido a la
ingobernabilidad de todo andamiaje
institucional de la periferia.
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